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El blues de “Real de Catorce”

Para algunos las palabras “Real de Catorce” evocan instantaneamente imágenes como el desierto, la cantera en los edificios de San Luis Potosí, el venerado peyote de la zona, o a esa estrategia turistica llamada “Pueblos Mágicos”, sin embargo para otros, estas tres palabras se vinculan inmediatamente con el blues, con el compositor mexicano José Cruz,  o con la misma poesía.

Hablar de “Real de Catorce”, es hablar de una de las bandas más importantes de lo que llamamos  “la escena nacional”; hablar de esta banda de blues formada en 1985 es hablar de una agrupación  de culto, que llega a los oídos de sus fanáticos con la intensidad de una pequeña droga, rolada por algún camarada y que más tarde se convertirá en una marca —o una cicatriz— en la historia de quienes han escuchado sus letras.  

Sólo a través de esta metáfora es posible  describir como es que Real de Catorce ha conquistado con su blues a la mayoría de nosotros —sus oyentes— como si una sola dosis de canciones como No soy el hombre de tu vida, Mujer sucia, o su más conocida canción: Azul, bastara  para dejarnos envolver por la voz cálida de José Cruz —nacido en 1955— quien con letras bien estructuradas y poderosas ha logrado ganarse al apodo de: “El poeta”. 

A lo largo de la discografía de esta banda, es fácil encontrarnos con preludios musicales en medio de las canciones donde el blues —como un eje central—pasa a ser música de fondo para darle paso a  una pequeña recitación de algunos de sus más versos más intensos, como los que encontramos en “Flores en la ventana” ,“Lila”, “Déjame tranquilo” o la ya mencionada “no soy el hombre de tu vida” que cierra un estribillo con: “

“Si en el cielo estaba escrito el destino me engañó.”

 

Muchos al hablar de poesía la condicionan a existir solo en y para el amor pero hay algo más que eso: la vida. Algo que nos enseña José Cruz, donde en sus versos existen igualmente los largos adioses, el alcohol, la muerte, la infidelidad, el deseo  y la rabia.  Quizá todas ellas relacionadas con ese sentimiento primario. Por mencionar solo un poco a lo que le canta y toca “Real de Catorce”.

Cuando hablamos de Real de Catorce podríamos hablar de San Luis Potosí o del Desierto y su conocido peyote, pero tambien hablamos de una banda al borde de la extinción, con 31 años de historia que a pesar de que se disolvieron de manera oficial en 2006, han tenido varias presentaciones en vivo  desde aquel año a la fecha, también ha habido presentaciones recientes donde José Cruz — casi siempre vestido de negro— aparece  para cantar sus apasionados versos.

Esta banda que conoció la luz de manera oficial en la industria con un material discográfico homonimo y estrenado en 1987  (a pesar de que ya en 1985 se hubieran presentado en el mítico concierto Rockotitilan) fue ese primer disco,  la piedra fundacional de una carrera que logró terminar  14 álbumes, entre ellos algunos en vivo y un DVD lanzado en el 2003.

Lamentablemente esta banda se extingue —poco a poco— al igual que el “hikuri” (como nuestros indios huicholes llaman al peyote e igualmente el titulo de una de sus canciones) e igualmente José Cruz  se extingue —poco a poco— por la terrible enfermedad que padece: esclerosis múltiple, una enfermedad crónico degenerativa  que inahibilita poco a poco a quien la padece hasta el final de sus días . El poeta se consume –poco a poco— junto con sus versos y con los arrebatos de sus letras.

Desde este blog esperamos que Real de Catorce, siga expandiéndose entre nosotros como un buen acorde blusero, que sus solos  logren recorrer cada lugar de nuestro cuerpo a medio tono más bajo (Afinación más usada para tocar blues) para mover cada célula de todas nuestras memorias y sentimientos.

Pero no importa cuántos días menos tengamos a nuestro poeta en esta realidad, él nos ha dejado con “su ruido eterno”, para  que un instante más, poder degustar de una buena “anforita de blues”.

 

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